Con tres películas en marcha, más alguna recién terminada, se acumulan las renuncias, que cuando se trata de hacer cine es lo que más coleccionas. Leo una vieja entrevista con Lisandro Alonso en el Festival de Gijón del 2006 y me resulta muy aleccionadora. Pienso que se le dan demasiadas vueltas a esto del rodaje y las camaritas. Que si el 35mm y el digital y la dirección de actores y yo me lo monto de aquella manera.
Fue mucho más artístico migrar el sistema de gestión escandinavo de almacenes de aquella multinacional donde trabajé, pero jamás saldrá publicado a doble página en Cahiers. A menos que haga de ello un plano secuencia estilo apichapón.
En los cajones me queman unos carretes de super8 blanco y negro que sobraron. Se trata de usarlos clandestinamente, para hacer una película sin pases test, sin versiones de montaje, sin expectativas de sumisión.
También quiero comprar una mini impresora portátil estilo ésta de Dell, una especie de Polaroid cibernética renacida, y elaborar un cuaderno impreso de lo inmediato con ella. (A ver si alguien lee esto y muerde…)
Y finalmente, algo para leer.