El hecho de que los USA estén llegando tan lejos en el Mundial está ocasionando en la opinión pública de aquél país efectos muy curiosos. Periódicos como Washington Post o USA Today dedican páginas enteras a un deporte del que la mayoría de sus lectores no comprende las reglas, o hasta ahora no interesaba en absoluto, incluso después de haber acogido la Copa del Mundo del 94. Esta tarde huelguera me he dado un repaso de algunas de estas páginas. Sinceramente, hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien leyendo en una pantalla. Aquí van algunas perlas:
-El próximo partido USA-Alemania es importantísimo para la televisión. Si se cumplen las expectativas, será el partido de soccer más visto jamás en los States, hasta ahora el record lo tenía un USA-Brasil. Pero femenino.
-En un chat con la reportera de USA Today destacada en Corea, desde Milwaukee le preguntan si es posible que un equipo acabe jugando con diez. Como en el basket o en su football no pasa eso, le parecía raro. Si Goiko hubiera jugado en el SF «forinainers» en lugar del Athletic, seguro que cambiarían las reglas rápido.
-Un artículo de fondo recuerda que se jugaba al soccer en Estados Unidos 10 años antes de que en Brasil hubieran visto una pelota. Es evidente que los brasileños aprendieron más rápido. Entonces lo llamaban football, como el resto del mundo. No explican quién y porqué le cambió el nombre luego.
-Pero el mejor de todos, es este articulo del Washington Post, estúpidamente irónico y muy a la americana, donde se hacen afirmaciones como «la fiebre del soccer que está barriendo el país como la malaria», «que no sabe demasiado sobre la Copa del Mundo, sólo que Navratilova no participa». O «mi perra puede dar patadas a un balón de fútbol, pero jamás podrá recepcionar un pase de 20 yardas».
Finalmente, defiende la superioridad de los deportes americanos sobre el soccer, y presagia su imposible entrada en la vida americana a pesar de la fiebre mundialista.
Entendámoslo, los americanos se sienten a gusto sin fútbol, y el hecho del éxito y repercusión mundiales de este deporte, lejos de ser un atractivo para ellos, es una barrera para su santificación como deporte «americano». No lo entienden. Es un fenómeno ajeno, que ellos no han impuesto, y siempre será una anomalía, algo extranjero.
He de reconocer que me gusta el fútbol, aún asqueándome muchas de las actitudes que con él van de la mano. Cada cuatro años me maravilla y sobrepasa su caracter universal, he visto en persona y en el cine (recuerdo especialmente una secuencia de Kiarostami en «Y la vida continua») situaciones que sólo el fútbol puede provocar. Pero en la balanza de amor-odio con este deporte-circo, artículos como el del Washington Post hacen que me congratule de mi afición por el soccer, y me ayudarán a que no me sienta culpable de perder la tarde viendo un partido de Segunda B. Ganó el Terrassa 3-1 al Barakaldo.