Han pasado ya unos cuantos días, y como he tenido algunas réplicas ácidas sobre mis comentarios acerca del último Cd de Hammill «Clutch», voy a darle un repaso exhaustivo, sin que sirva de precedente, porque esta weblog no pretende ser un lugar para la crítica musical. (Aún no se sabe muy bien qué mierdas pretende ser esta weblog).
Ante todo constatar que el sonido general del Cd es apabullante, y aunque las guitarras acústicas son prácticamente la única base sobre la que descansa todo el trabajo, suenan con una dinámica tremenda, y la voz no digamos. Los últimos discos de Ph ya sonaban contundentes, pero creo que este los supera. Tampoco echo en falta la percusión, en parte porque los arreglos de los temas son certeros y en parte porque el batería usual de pH, Manny Elias, no contribuye demasiado a enriquecer el asunto. Yo prefiero mil veces a Guy Evans, pero parece que Hammill lo tiene olvidado. ¡Vuelve Guy Evans!. ¡Por favol! Aquí va un repaso tema por tema.
«We are written»: Si Hammill espera ganar nuevos adeptos, (pienso en los escuchadores automáticos que por ejemplo hay en la FNAC, pero a pH nunca le colocan un disco ahí) cuando «pinchen» este primer tema van a dejar los cascos de inmediato y saldrán despavoridos: difícil, arisco, duro, la letra inaccesible, nada de percusión, giros de voz antinaturales al más puro estilo Hammill. Pero es un gran tema, con reminiscencias del Chameleon de 1973. Quizás se podría haber elegido otro más accesible para abrir el Cd, pero con esta introducción pH demuestra que no está para concesiones, el que quiera disfrutar de lo que viene, que pague un poquito de peaje. En resumen: Buena. Comercialmente: Un suicidio.
«Crossed Wires»: El disco sube unos enteros con ésta. Entra Jackson con el saxo y se agradece un huevo. La aportación de Jaxon en general, en todo es disco, mejor que la de su colega Stuart Gordon. Aparición de los coros (hechos como siempre por el propio pH, no estamos para derrochar) y el tema que sube en intensidad con los falsettos de una voz en plena forma. La letra recuerda a «Losing faith in words» del Black Box: Yo digo A y tu entiendes B. Quizás un poco alargado el final, pero en general: Muy Buena.
«Driven»: Al principio se me pasó ésta. Pero una escucha más detenida la ha dejado al descubierto. De lo mejor del disco, con una estructura muy Hammill, suave construcción introductoria y contundente estribillo. La letra se debate entre el transcurso del tiempo y el cruce de identidades en una misma persona. Brillante. La nota: Muy buena.
«Once you called me». Los fans ya conocemos la debilidad del tipo por cantarles cancioncillas a sus hijas y sus devaneos con la sensación de culpa/victoria de la paternidad. Si en otras ocasiones acertó (Sleep Now, Whillelmina) en esta no llega a conmover, quizás porque algunos de los gorgoritos me suenan mal, quizás porque la melodía no es demasiado inspirada. Nota general: Regular.
«The Ice Hotel». Como siempre acabo dándole al «skip» en la anterior, ésta obtiene toda mi expectación y no defrauda. Es una canción de ambiente opresivo, me recuerda al «Fogwalking» también del Black Box (ese saxo!!!). Voces superpuestas y ecos usados sin rubor, pero al servicio de ideas claras y un crescendo que solo se hace evidente (otra vez) a la quinta o sexta escucha. La letra merece un apartado especial. A mi me gusta más el Hammill que se pregunta cosas que el que da sermones, pero la reflexión que se trae aquí y sus metaforillas heladas funcionan un montón. Me he entretenido en traducirla y todo. Nota: Sobresaliente.
«This is the fall»: Normalmente, cuando el tema de la canción va de discurso-alegato-diatriba contra algo, el conjunto se resiente, y aunque aquí nuestro amigo está realmente alterado (la religión siempre me lo puso nervioso, y con lo del 11-S hay tema para pegar chillidos a diestro y siniestro) aquí nos falta un poco de chicha para concederle el aprobado. Difícil de soportar con la atención alerta de principio a fin, y aunque menos agresiva que «Fed to the Wolves» de su anterior disco, «This is the fall» no la pillo del todo. Nota general: Desconcertante.
«Just a child» y «Skinny» comparten ambas la aridez del tema tratado (la pedofilia y la anorexia, nada menos). Son coherentes de principio a fin, la primera es una canción en el sentido más clásico de término y la segunda, que personalmente me gusta más, tiene un tema recurrente y cortante muy logrado. La letra en ambas es demasiado evidente para mi gusto, no dejan nada a la imaginación del oyente. Nota para las dos y a pesar de eso: Buenas.
«Bareknuckle trade»: El tío se la ha dejado para el final, pero aquí da el golpe. Suena una y otra vez y siempre hay algo nuevo por descubrir. El violín de SG está inspirado aquí como en ningún otro momento. Dije que echaba de menos la rabia en los discos de pH, pero este tema la tiene a borbotones, las guitarras suenan a pares, la voz alcanza las cotas más altas y la letra es suficientemente compleja como para no enterarte de nada y sin embargo sugerirte un mundo. Ocho minutos bien aprovechados que por si solos ya valen todo el disco. Nota: Clásico hammilliano.
Resumen: En sus conciertos en solitario me suelen gustar más los temas de guitarra que los de piano, y sólo espero que «Clutch» no sea solo un islote, sino que Hammill le dé más importancia a partir de ahora a esta forma de componer sólo con guitarras acústicas. Tal vez no esté ya en la linea ascendente como creo que está un Nick Cave por ejemplo. Pero nadie que yo conozca lleva cuarenta y siete discos a sus espaldas y sigue vivo y arriesgando como pH. En general, es un paso adelante, puede que no le haga incrementar el número de seguidores, pero el que haga un esfuerzo y le dé más de una oportunidad a este «Clutch» (como hice yo) no saldrá defraudado.