Otro corto casero restaurado en confinamiento.
Se hizo en una época muy muy lejana.
Hoy, a través del facebook de King Crimson, he dado con el blog de David J Nibloe, un verdadero fan de Sylvian como yo. Entre un montón de textos interesantes, encuentro un revelador post sobre «The healing place», el tema que abre el álbum instrumental de los dos que componen «Gone to Earth», publicado originalmente en 1987.
Nibloe rescata de un cassette la voz original del artista alemán Joseph Beuys, la misma que aparece en la mezcla final. Beuys fue uno de los fundadores del partido verde, y uno de los inspiradores de Sylvian, sobre todo a finales de los 80 y principios de los 90.
Yo «robé» ese tema para usarlo en «Velada», el corto del que ya escribí aquí mismo hace ¡nueve! años. Allí decía que había dos versiones del corto. Pues bien, el año pasado aún se añadió una tercera, a partir de un reescaneado 4K del Super 8 original.
He improvisado unos subtítulos en inglés, y aquí lo dejo. Era prácticamente un trabajo de escuela, y nunca hubo la intención de que tuviera vida comercial. Han pasado 25 años. Espero que Sylvian no se moleste por el atraco.
El próximo día 25 de Abril se proyectan en la Academia de Cine de Madrid siete cortometrajes míos. Cuando me lo propusieron, me pasaron una lista con los títulos que podrían formar parte del programa. Allí estaban «Libre Indirecto», «Máxima Pena», «Rodilla» y algún otro. Supongo que el listado salió de la filmografía que aparece en mi ficha del IMDB.
En lugar de simplemente aceptar la propuesta y entregar los materiales que se me pedían, lo que hice fue enviar mi propia lista. «Timecode» aparte, será la primera vez que los otros 6 cortos se vean en formato DCP.
El más antiguo del programa (que no mi primer corto) es «Especial (con luz)». Se rodó en 1994. En esa época yo aún estudiaba en el CECC, y al final de curso sólo tres elegidos podían rodar su cortometraje en 16mm. Evidentemente, yo no fui uno de ellos. Aún así decidí rodar por mi cuenta. No había dinero. El negativo blanco y negro fue un regalo (envenenado) de Agfa. Eran colas de la última emulsión que fabricó la compañía, y cuando lo metimos en la Bolex llevaba más de tres años caducado. Aún así, algo quedó expuesto, porque 23 años más tarde lo hemos podido escanear a 2K y la textura del 16mm aún resulta entrañable.
El siguiente es otro 16mm del 95, «No se mueva durante los 4 disparos». Este no aparece en el IMDB, y es un corto que creía perdido. Se reveló en los desaparecidos Laboratorios Riera. El título de trabajo era «Fotomatón», y las latas aparecieron en la Filmoteca de Catalunya con ese nombre. «No se mueva…» está escrito en un fin de semana, y rodado en el siguiente. Ni siquiera estaba pensado para enviar a festivales, aunque acabó yendo a varios, recuerdo Elche, Granada y algunos más. Es una verdadera rareza, no se parece a ningún otro de los que haya hecho.
A partir de ahí ya llegan los de 35mm: «Ella está enfadada», también del 95. Luego hay un salto en el programa y en el tiempo, con tres cortos y dos largos que se quedan para otro rescate, y pasamos «Nitbus», que es del 2007. Como tantas otras películas desde finales de los 80 hasta la irrupción del digital, cortos como este solo existen en cintas Betacam PAL (o U-Matic), que comienzan a degradarse peligrosamente al cabo de unos pocos lustros.
De estos cuatro cortos hemos rescatado de la Filmoteca los negativos originales. Gracias a David Cárceles de DeLuxe Spain (y a Xose Zapata, que hizo de conseguidor) los hemos escaneado a 2K. De algunos hasta he remezclado el sonido, y de otros he tirado de la mezcla original. Toni Mena me ha ayudado con una corrección de color que ha partido de cero, con herramientas impensables en la época en que se rodaron. Javi Arrontes, el director de fotografía junto con Blanca Anunzibay de todos ellos, también ha colaborado. Hemos intentado respetar la textura original, y aún queda pendiente algún proceso, como un limpiado digital de impurezas y polvo que mejoren la presencia sin traicionar el origen del material.
Además de estos cortos pasaremos los dos últimos, rodados en digital.
Y también «Charcos», un corto de 9 minutos inédito que merecerá un post aparte.
La gente que me conoce sabe que no pruebo el tomate. A los cuatro años vi «Planeta sangriento» mientras daba cuenta de un bocadillo de tortilla con mucho tomate. Pasé mucho miedo con la película y luego el bocata me sentó fatal. Desde entonces he intentado evitar el tomate siempre que he podido, sobre todo si es untado en el pan. Muchas veces, en los rodajes, y especialmente si son en Catalunya, he acabado comiendo galletas o nada en absoluto porque los bocadillos tienen todos el pan untado con abundante tomate. El momento más alegre del día, con todo el equipo dando cuenta de su media barra, es a veces el más sórdido para mí.
Cuando rodamos «Timecode«, y debido al nulo presupuesto de catering que teníamos, fue mi madre quien hizo los bocatas. Recuerdo que estaba muy tranquilo: sabía que el mío no tendría tomate. Estoy convencido que eso me dio la clarividencia necesaria para luego colocar la cámara en el lugar adecuado. Si mi bocata hubiera tenido tomate, el corto tendría 8 o 10 planos funestos, o habría perdido el ritmo en su parte central, y no hubiera sido seleccionado ni en Albarracín. En eso pienso mientras me sirven «Chilean Sea Bass with Cous Cous, Seasonal Vegetables, Heirloom Carrots and Over Roasted Tomatoes». En mi mesa están el director y el guionista de «Lion» y el director del corto de animación «Piper». Tengo muy cerca a Octavia Spencer, que me mira mientras dejo los «Over Roasted Tomatoes» apartados en el borde del plato. He llegado a mi mesa después de pasar por unas cuantas alfombras encarnadas y recibir varias ráfagas de flashes. Me han puesto un badge en la solapa con mi nombre y el del corto. Me han hecho grabar un mp3 con mi propia voz diciendo mi propio nombre, para que la presentadora pueda acercarse a la pronunciación adecuada cuando aparezca mi apellido en el teleprompter. «Timecode», sin embargo, lo ha pronunciado bastante bien sin necesidad de mp3. El governor de mi mesa habla español perfectamente. Es descendiente de vascos, y forma parte del lobby que está intentando que la Academia acepte películas en lengua catalana y vasca para tenerlas en cuenta como candidatas a mejor película de habla no inglesa. Parece un tipo muy interesante, maneja las presentaciones y las conversaciones con todo el mundo de manera ejemplar. Ha visto nuestro corto, y me lo demuestra haciéndome preguntas sobre el reluciente parking y los bailarines.
Luego llega el momento de la foto, comienzan a llamar a todos los nominados uno por uno. Lo van haciendo por orden de número de la mesa, los focos van buscando la zona exacta de donde se van levantando los protagonistas. Gosling, Stone, Chazelle, Affleck, Damon, Kidman, Bridges, Huppert y otros nombres que no me suenan tanto van subiéndose a la tarima preparada para la ocasión. Mi mesa es la 36 de 38, pero hasta el final los aplausos son igual de intensos para cada nominado. Solo Pharrel Williams y yo llevamos gorra. Aún así, pienso que puede ser que no me confundan con él y sea fácil descubrir a Rikki en la foto. Cuando estamos todos listos, cinco flashes desde el techo ponen fin al evento. Poco a poco todo el mundo se va dispersando, yo soy de los últimos en encarar la puerta de salida. Mucha gente contenta me da la mano. Doy la mano a mucha gente contenta. Todo el mundo se felicita mutuamente. Es realmente un buen momento.
Luego nos hacen esperar en una habitación del hotel. Nos han preparado entrevistas a los directores de los cortos nominados. Comparto la sala con Krystof, Selim, Aske y Timo, los otros cortometrajistas. Soy el último en pasar al set y finalmente me quedo solo. Paso más de media hora esperando, y aprovecho para enviar alguna de las lamentables fotos de mi Xiaomi a la familia y al equipo.
En el Facebook tengo muchas peticiones de mensajes. Chequeo algunas al azar, y doy con la de Jimmy. «Hola, soy Jimmy. Trabajo de vigilante de parking», me dice. «Acabo de ver tu corto. Solo quería decirte que me ha parecido maravilloso. Muchas gracias tío».
He estado rodeado de famosos y glamour toda la tarde, y es la primera vez que me emociono de verdad. Me imagino a un tipo de uniforme solo en una cabina. Acaba de de ver una película y toma la decisión de buscar el nombre del director en Facebook. Algo le hace atreverse a enviar un mensaje. Pero luego lo pienso y me digo que hay algo que no me cuadra. Son las 4:45 de la mañana en España, y un guardia de seguridad no debería estar viendo cortos en Filmin. Debería estar haciendo la ronda.
La mujer de los guantes blancos va extrayendo prendas de la maleta. Jersey, camisa, camiseta y calzonzillos. Teclado, cables usb y neceser de los chinos. Bajo la última acumulación de calcetines desparejados aparece lo que estaba buscando: una caja rectangular de terciopelo azul y rojo que ha llamado la atención a su colega del escáner. Cuidadosamente abre el cerrojillo con el pulgar y el índice de la mano derecha, y mira secretamente lo que hay dentro. Luego profiere un pequeño grito mientras me vuelve a mirar.
-Aaah, trophyyyy!
La mujer está contenta. Enseña a sus compañeros seguratas el trozo macizo de cristal como si lo hubiera ganado ella. Eso dura un rato que se me hace largo. Un japonés me observa mientras se vuelve a poner el cinturón. Ahora se trata de volver a poner los calcetines y los gayumbos en su sitio, y lo liquidamos rápido entre los dos, la mujer del uniforme azul y yo mismo. Esta vez va todo a huevo, unas cosas encima de las otras, y la maleta acaba abultando el doble con el mismo contenido.
Me esperan once horas en modo avión. He pasado cuatro días en una ciudad apabullante y vuelvo contento. La empleada de seguridad del aeropuerto de Incheon está tan feliz como yo.
Luego en el avión me dormiré, y me despertará la voz del piloto. De su letanía en coreano cerrado solo acierto a entender la palabra Donald, y aunque me acabo de despertar sé perfectamente que no se está refiriendo al pato.
Timecode sigue yendo por ahí a festivales, y todo indica que así va a continuar en los próximos meses. No tenemos página de Facebook del corto, ni blog, ni nada. Yo remito siempre a la de Marvin & Wayne. El caso es que se ha proyectado en algunos festivales ya, y me consta que hay gente que quería verlo y se ha enterado a posteriori de algún pase. Mal. Sirva como excusa que he estado fuera de juego unos cuantos días, demasiados, por causas ajenas a lo ajeno, pero prometo informar a partir de ahora, aquí, por adelantado, de fechas y lugares dónde se va a proyectar. Sobre todo si va a ser en festivales españoles.
El próximo jueves día 7 a las 22:30 lo echan en la playa de Ocata, dentro del Festival Fascurt, el Festival de Curtmetratges del Masnou. Será el estreno festivalero en Catalunya, y haré lo posible por estar presente. Lo que hace singular la sesión es que por un azar del destino y del comité de selección, Timecode es el penúltimo de la sesión. El último es The Walker, de mi hermano Adán Aliaga.
Hace ahora justo 21 años, Adán y yo pagamos a medias y de nuestro bolsillo, una pasta en miles de pesetas para alquilar la sala grande del cine Verdi. Repartimos unos flyers por los bares de Gracia, y llamamos a los colegas de siempre y a alguno nuevo. No acabamos llenando la sala, pero allí nos juntamos unos cuantos bastantes. Por aquel entonces ni él ni yo le poníamos todavía títulos en inglés a nuestros cortos. Para los dos era nuestra primera vez en 35mm, y eso significaba algo, no sabíamos exactamente qué, pero poder rodar en 35 tenia una mística a la que no le encuentro analogía en el mundo digital, por muchas K que le eches a un sensor.
La verdad es que no recuerdo demasiado cómo nos fue el pase. Estoy convencido que el mío gustó mucho más que el suyo, pero no tengo pruebas al respecto. Lo que sí que recuerdo es que esperamos los dos a que el proyeccionista nos devolviera la lata, y con ella debajo del brazo nos fuimos a celebrarlo al Nostromo.
El próximo jueves se pasarán un corto suyo y uno mío, seguidos, por segunda vez en 21 años. Yo no me lo perdería. Adán no podrá estar. Yo recogeré su lata.
Despúes de todo el ajetreo de hoy, post para anunciar que Timecode será distribuido por Marvin & Wayne.
http://marvinwayne.com/timecode
Grabando ayer el tema principal de «Timecode», con Iván Céster y José Luis Martín. Un lujo.
Mañana comienza un fin de semana curioso. Rodamos una ficción que hemos escrito Pere Altimira y un servidor. La última fue el 2010, y aunque el tiempo se estira y se encoge últimamente como un muelle, 5 años me parecen ahora demasiados. Me conjuro para que no vuelva a pasar algo así. Entre Tilt y Maxima Pena transcurrieron 3, y se me hicieron un mundo. Ahora todo es muy diferente. Todo el foco puesto en ver si sacamos 15 minutos decentes de todo lo que capturen la Epic Dragon y las GoPros que llevamos. Acostumbrado a trabajar casi a solas últimamente, me maravillo de lo cojonudo que es tener alrededor un equipo como dios manda. Tomad nota.
Poniéndolo todo en perspectiva, y en un momento en el que parece que todo se desmorona, rescato el 2005, cuando tuve que irme al extranjero a trabajar porque parecía que en mi país no había sitio para mí. En medio de aquel caos, volví a rodar después de 4 años, un corto en una mañana. Aquel corto era «Máxima pena» y le debo mucho.
Siete años después, y en el plazo de una semana, hemos renovado los contratos de distribución internacional de «Máxima Pena» y «Libre Indirecto». Dos serias distribuidoras, Future Shorts en el Reino Unido, y Kurz Film Agentur en Alemania, confían todavía en la carrera comercial de ambos cortos por cinco años más. «Son unos clásicos», me dicen. Hemos restaurado la imagen en HD y remezclado el sonido. Están listos para verse en las salas con nuevos proyectores digitales.
Hace poco recibí una carta de un profesor de cine de la universidad de Ankara en Turquía. Durante años había usado el inicio de «Sed de mal» para explicar el plano secuencia a sus alumnos. Ahora me escribía para comunicarme que desde que vio mis cortos utilizaba «Máxima pena» en lugar del fragmento de Mr. Welles.
Nadie se acuerda de los almacenes italianos y alemanes que ayudé a informatizar para ganarme la vida en el verano de 2005. Fue un año complicado.