El IMAX Cinesphere de Toronto.
Mis contactos de whatsapp se despiertan seis horas antes que yo, y el vibrar de sus mensajes mañaneros me han desvelado bien pronto. Para desayunar en el restaurante del hotel he tenido que escanear dos QR y rellenar un formulario. Además, cuando hice el check-in ayer, le recepcionista me dio cuatro vales o «vouchers», cada uno con el número de habitación y la fecha de mis días de estancia escritos a mano. Cuando me llega a la mesa el gigantesco sandwich que parece que he pedido, me reclaman el «voucher» del día y lo entrego obedientemente. La combinación de seguridad analógica y digital para obtener un desayuno hace prácticamente imposible que alguien se cuele y consiga comer gratis en el Intercontinental Centre.
Por la mañana voy al cine, a una de las sala del «Bell Lightbox», el corazón del festival. He conseguido entrada para ver «Unclenching the fists«, una muy buena peli sobre el patriarcado en Osetia del Norte, y cómo una joven con heridas físicas y psicológicas consigue liberarse. Comedia no es, pero ha valido la pena.
Después de comer y hacer tiempo (me salto 4 horas en este relato por el morro), me vienen a buscar al hotel y en diez minutos estamos en el IMAX Cinesphere, la sala donde se va a proyectar «Tres«. El recorrido es corto, pero el coche que me lleva tiene que seguir a 10km/h la estela de una especie de mini-auto de campo de golf que nos escolta hasta la entrada de la sala.
Entramos por la puerta trasera, y Andrea y Diana me mantienen detrás de la pantalla, esperando que llegue el momento. A las ocho en punto Diana se dirige al personal, hace una pequeña introducción y me presenta. Diana estuvo viviendo en Barcelona y colaboró en mi primera peli. Es extraño y emocionante que ella me presente. Tras sus palabras cojo el micro y digo dos o tres frases educadas. «Enjoy the delay» es lo último que les suelto. La sala está al 50% de la capacidad, el máximo que permiten las normas Covid del festival, o sea que a tope.
Para ocupar mi asiento tengo que enseñar el QR de la entrada que he retirado para mi propio pase, Row P Seat 1. Es en la otra punta de la sala, y cuando me siento está todo oscuro y se proyectan ya las promos y los anuncios de los sponsors del TIFF. La sala es enorme, y la pantalla es curva, preparada para proyecciones IMAX. Para hacernos una idea: es muchísimo más grande que la del Phenomena de Barcelona, por ejemplo. El responsable técnico se queda a mi lado por si los niveles de audio no me convencen. Cuando arranca la peli, le digo al encargado que suba el volumen. Y aún lo hago una segunda vez antes de la secuencia del «idiotizer». Estoy tentado de subirlo una tercera vez, pero no quiero que comiencen a sangrar los tímpanos de la señora que tengo al lado. Aunque bastante alto, el sonido es limpio y nítido, y los surrounds y el subwoofer funcionan a la perfección. La sensación de inmersión en las secuencias clave está asegurada. La imagen también es buena, pero lo de la pantalla curva no me acaba de convencer. Quizás para los espectadores más centrados funcione, pero desde donde yo estoy distorsiona bastante el encuadre. Después lo comentaré con algunos asistentes, pero para todos ellos habrá sido una proyección técnicamente perfecta.
Termina la peli, y antes de los créditos la gente comienza a aplaudir. Mucho rato. El jefe me pregunta si puede atenuar los créditos y bajar la música, para que pueda comenzar el Q&A cuanto antes. Accedo y arrancan treinta minutos de preguntas y respuestas. La chica que lo conduce se explaya ensalzando la peli. Luego me cede la palabra. Me acerco el micro a la boca y muevo los labios, pero sin emitir sonido alguno, como si estuviera muteado y hubiera un delay. El personal se ríe bastante, y a partir de ahí creo que se animan a preguntar. Hablamos del porqué del título original de la peli, de Marta y su performance, del trabajo de sonido, de superhéroes, de Netflix y Amazon, de las reglas del delay, de los fragmentos en catalán y gallego que tiene la peli. Todo ha ido muy rápido y de repente se acaba el Q&A. Antes de salir se me acercan cuatro o cinco personas a hablarme personalmente de la película. Al menos dos de ellos son diseñadores de sonido. A ambos les ha tocado personalmente la película. Uno de ellos enfatiza el toque «europeo» que, según él, tiene el largo. Un americano jamás hubiera explicado la peli así, me comenta.
Me llevan en un coche del festival a una mini-party en el centro. Tras enseñar los correspondientes QRs, comemos y bebemos algo mientras de vez en cuando alguien se atreve a acercarse a hablarme de la peli. Yo nunca hago algo así, y lo valoro mucho. Una chica me pregunta sobre la escena de sexo, y una pareja quiere una explicación sobre el final de la película. Improviso respuestas cada vez, espero que pronto alguien suba el significado de la peli a la wikipedia y aclare las cosas.
Son las 2AM cuando volvemos caminando al hotel, con Javier y Juan Marín de «Lo invisible». En el camino hablamos de «La Conversación», de Fleetwood Mac y de tiendas de cómics en Toronto.
Al llegar, el enorme hall del hotel está vacío.
A dormir.