Básicamente, todo empezó con un puñado de relatos. Me apunté a la escuela de cine con la intención de ver como podía quedar en cortometraje uno de los primeros cuentos que escribí. Al final aquello se convirtió en «Hora de cerrar», y a partir de ahí la mayoría de textos que han salido de mi ordenador tenían como finalidad acabar siendo imágenes. Con los años, muchas veces las películas ya ni siquiera pasaban por la fase relato (el último relato-corto fue «Ella está enfadada»). De una foto, de una idea se pasaba directamente al guión y luego al rodaje. Pero la necesidad de escribir siempre estuvo ahí, en algún momento este blog sirvió como remedo de válvula de escape literaria, pero eso también acabó: los posts se espaciaron y la temática se volvió más aséptica, centrada en anunciar los eventos que generaba la productora o el círculo de gente cercana, obviando completamente las intenciones iniciales que tuvo en el 2002, cuando era puramente un papel digital en blanco, algo enteramente por descubrir.
El último relato que escribí fue «Charcos», hace año y medio. Buscando concursos literarios para que Pere Altimira (co-guionista de «Maxima Pena», «Nitbus» y «Rodilla») enviara su recién terminada novela tropecé en la web con los Tanatocuentos, un peculiar premio en el que la temática de «Charcos» encajaba. Por los pelos, la longitud del cuento cumplía también lo establecido en las bases. Lo envié adjunto en un mail y me olvidé del tema.
El miércoles pasado recibí una llamada en la que se me comunicaba que había ganado el concurso. Casi quinientos relatos presentados y un solo premio, que ha resultado ser para mí. Llevo unos días dándole vueltas, y no sé si esto es simplemente una anomalía que hay que celebrar o una irónica colleja que me da la vida. Quizás aún estoy a tiempo de espabilar.