Sólo hay algo que me gusta más que leer un cómic: releerlo. En eso los tebeos se parecen a la música, y se alejan de la literatura y el cine, porque no es comparable la relectura de un álbum que la revisión de una novela o una peli. Todo esto a cuenta de la relectura de Diario de un álbum de Dupuy y Berberian, editado por Planeta. Toda una reflexión sobre los problemas personales mezclados con un oficio «creativo», la incapacidad de aceptar el paso del tiempo, la amistad y muchas otras cosas que se esconden tras unas pocas letras y un dibujo desmañado. Y cómo me siento identificado con las paranoias que tienen que pasar D. y B. para publicar su tebeo, cuánto me recuerdan todo lo que nuestra web ha acumulado sobre el parto de Nhf. Pero llego a la conclusión de que todas nuestras penurias no me producen más depresión que la que tuve después de la proyección de mi primer corto «serio», en 1993. Y si pude superar eso, creo que saldremos adelante también ahora. Curiosamente, hemos encontrado estos días en una lata lo que realmente debe ser mi primer corto, un ejercicio mudo de dos minutos para la escuela titulado «Semáforos». Lo está telecinando el Apa, y (si no es muy vergonzoso) lo colocaré aquí en la web.